Los mayores conflictos entre los herederos de una empresa familiar son los que ocurren en la segunda generación, es decir los que van a continuar la empresa familiar luego de la muerte o retiro del fundador. Son pocos los grupos familiares que pasan con éxito esta dura prueba. Los que logran superarla están en mejores condiciones de planificar la transmisión de la empresa a sus propios herederos, mediante un pacto familiar o por otros medios adecuados que favorezcan la continuidad de la empresa.
¿QUÉ ES UNA EMPRESA FAMILIAR?
Una empresa familiar no es el sencillo comercio que funciona con la colaboración de algunos parientes y que permite un nivel medio de vida a esa familia con sus hijos solteros, sino un emprendimiento que posibilita que todos los herederos, y sus familias, puedan vivir de la misma.
Suele ocurrir que el padre haya dejado un simple negocio al morir, que fue continuado y ampliado por uno de sus herederos hasta hacer de esa herencia una empresa. En este caso debemos considerar que el fundador de la empresa es el hijo, por ello los conflictos entre herederos de la empresa familiar son los que ocurren con los hijos y cónyuge de éste.
La posibilidad de continuación de la empresa familiar, luego de la muerte o retiro de la generación que la conducía, depende de que los herederos puedan resolver los conflictos que habitualmente ocurren en el cambio generacional.
LOS DOS TIPOS DE CONFLICTOS
Los conflictos entre los herederos de las empresas familiares son económicos – todos los referidos a la continuidad de la producción de la empresa – y afectivos – los emocionales que existen entre los sucesores -. Sin bien ambos son muy importantes es habitual que los conlictos afectivos se transfieran, sin que los involucrados lo perciban, a los conflictos económicos. Por ello es muy difícil que pueda perdurar una empresa familiar sin resolver los conflictos emocionales que existe entre los herederos.
La dificultad emocional impide a los herederos valerse de la ley en aquellos aspectos que benefician la continuidad de la empresa, ya que los empuja a utlizarla para perturbarla, dividirla, o extinguirla.
EL USO DE LA LEY EN CONTRA DE LA EMPRESA FAMILIAR
La ley civil establece que todos los hijos heredan por partes iguales y que al cónyuge que sobrevive le corresponde la mitad de los bienes gananciales. Esto significa que la esposa -o el marido- tiene la mitad de la empresa -si es ganancial- y los hijos comparten en idéntico porcentaje la otra mitad.
De acuerdo con la ley todos se tendrían que poner de acuerdo para conducir la empresa. Pero esto es lo que habitualmente no ocurre. Cualquiera puede pretender conducirla, hacer las ventas, las compras, el marketing, oponerse a una medida que otro toma, etc. Cada uno tiene una manera de pensar en lo que hay que hacer en la empresa y lo que él mismo puede hacer, que frecuentemente no coincide con lo que los demás opinan. Entonces la empresa empieza a tener dificultades para funcionar y los que llegan a estar al frente con la aspiración de que continúe, son perturbados con medidas judiciales basadas en desconfinazas y recelos de los otros herederos que suelen atribuirle la intención de querer quedarse con todo. A veces puede ser cierto. Pero lo que es más cierto aún, es que en estos casos la empresa familiar se extingue para todos porque va a la quiebra, o cierra y se distribuye entre los herederos el valor de su venta o de la venta de los bienes que la conformaban.
EL EMPRESARIO PREVISOR: UNA EXCEPCIÓN
Es difícil que los herederos y la cónyuge lleguen a un acuerdo para conducir la empresa acéfala por muerte del fundador. Es mucho más sencillo que el conductor, en vida, haga una sociedad donde a su muerte se hereden acciones de la empresa familiar. Podrá con ello distribuir acciones preferentes a quienes considere los sucesores con mejor aptitud para conducir la empresa. Las acciones dan diferentes facultades, pero todas dan derecho a recibir dividendos, por lo que estas medidas no ocasionan perjuicios a aquellos herederos que quedan fuera de la empresa o en lugares secundarios de la misma. Este, que es el camino más sencillo, es el menos frecuente, porque al fundador suele resultarle muy difícil pensar en su retiro…o en su muerte.
LOS CONFLICTOS ECONÓMICOS
Como es difícil que el conductor de la empresa haya preparado su sucesión, lo habitual es que a su muerte los herederos estén compelidos a ver qué tienen que hacer para continuar con las actividades de su padre y marido fallecido. En esta situación es donde surgen los conflictos. Dijimos que estos conflictos eran económicos y afectivos. También vimos que los conflictos afectivos se transferían a los económicos y que si no se resolvían los primeros no se podía resolver el aspecto económico.
Debemos considerar, sin embargo, dos conflictos económicos que son muy habituales en estos casos:
Uno es la dificultad que suelen tener los sucesores en comprender que la empresa puede requerir una diferenciación técnica entre las tareas de producir, de aquellas que son necesarias para vender, es decir el marketing.
Otro es la lucha por el poder entre los herederos.
Si bien ambos son conflictos económicos, hay un trasfondo afectivo que requiere ser considerado. En el primer caso el obstáculo para distinguir en tareas de producción de las de marketing, suele estar relacionado con una lealtad incondicional al fundador fallecido, que probablemente no sabía esta distinción, ya que haría ambas tareas indiscrimadamente. En este caso los herderos no se atreven a ver algo que el fundador no veia y, de este modo, les tranquiliza seguir haciendo las cosas como si el fundador aun no hubiera fallecido. También opera aquí otro factor afectivo, que es el miedo al cambio. Este temor suele estar presente en todos los intentos de innovación, fundamentalmente en aquellos que son los más positivos para el crecimiento de la empresa.
Respecto de las luchas por el poder, además de la ambición que aquí juega un papel central, está la rivalidad afectiva entre los herederos que es necesario resolver para que la ambición se pueda acotar y sea posible llegar a un acuerdo razonable.
LOS CONFLICTOS AFECTIVOS TRANSFERIDOS A LA EMPRESA
Los conflictos afectivos entre los herederos son los que hay en toda familia. Celos entre los hermanos, como las peleas contra el preferido del padre. Envidias en que alguno quiere algo sólo porque lo quiere el otro. Recelos infantiles ante una decisión por la que el padre puso a trabajar a sus hijos en lugares diferentes, que llegan a generar un rencor porque alguno de ellos lo tomó como una muestra de preferencia afectiva y no como un reconocimiento de una mejor aptitud para el trabajo que le asignó. El propio amor que los herederos sentían por el empresario fallecido puede ser un factor de perturbación, porque algunos desearán ser como él y así luchar por ocupar el lugar que dejó vacante. Y lucharán por ese lugar tanto el hijo médico -por ejemplo- como el que vino trabajando al lado del padre desde los cinco años y, al fallecimiento de éste, era ya quien conducía la empresa o parte de la misma o tenía una experiencia de trabajo y de mando que lo habilita para continuarla.
Estos conflictos se trasladan a la empresa cuestionando lo que hace el otro o la otra en el negocio heredado. Reproches de lo que cada uno recibe “¿por qué el otro cobra lo mismo que yo si está menos tiempos, o no está, o no trabaja?. “¿Por qué va conducir mi hermano si soy yo el que tiene más capacidad para hacerlo?”. La madre a veces apoya los requerimientos de sus hijos teniendo en cuenta las necesidades que éstos tienen de ganar más, o simplemente de tener un ingreso, sin considerar si el trabajo de ese hijo es útil para la empresa. Es muy habitual la desconfianza de ser estafados por los otros, que lleva a pedir la intervención judicial en el negocio familiar, con el nefasto resultado de distraer las energías que debían estar puestas en la producción, para atacar o defenderse del hermano, la hermana o la madre. Ello genera no sólo el deseo de irse de la empresa, sino también el de excluir a alguno de los otros herederos del negocio familiar.
LA HEREDERA
Otra fuente conflictos es el lugar de la heredera. Con frecuencia muy recelosa de sus hermanos, o de alguno de ellos, que a su vez tienen una actitud de desconfianza en cuanto a las aptitudes laborales de ella.
FORMAS DE RESOLVER ESTOS CONFLICTOS
Este engranaje de conflictos económico-afectivos perturba el funcionamiento de la empresa familiar heredada.
¿Hay alguna forma de evitarlo?
Hay que tratar de que los resuelvan mediante un acuerdo entre los herederos y el cónyuge que sobrevive, porque el pleito es el primer paso hacia la extinción de la empresa.
EL MEDIADOR FAMILIAR
Una forma de intentar lograr un acuerdo entre los sucesores para resolver los conflictos y continuar con la empresa familiar, es llamando a un Mediador Familiar. El mediador convoca a todas las partes y trata que lleguen a un acuerdo. Para hacerlo habla con cada uno para ver qué quieren, pero también y fundamentalmente, averiguar los problemas emocionales y laborales que cada heredero tiene con los demás, para que esos conflictos dejen de perturbar y lleguen a un acuerdo sin esa traba.
EL CONSULTOR FAMILIAR
Otra manera de solucionar los conflictos es recurriendo al Consultor Familiar. En este caso la consulta la hace uno o algunos de los sucesores involucrados. El Consultor conversa con el heredero que lo contrató para tratar de desentrañar los nudos afectivos y laborales que tiene con los demás. Esto le permite al heredero ver de manera diferente esas luchas que tiene con los otros y saber los motivos ocultos por los cuales los demás herederos y aun su propia madre le hacen cuestionamientos. Este cambio modifica sus relaciones y alianzas familiares que existen en la empresa y le permite llegar a un entendimiento con los todos o algunos de los herederos, para tomar las decisiones más adecuadas a lo que requiere la empresa familiar.