“Los emprendedores son gente infeliz”. Nada más presentarnos en un tranquilo hotel del centro de Madrid esto es lo que me suelta Mo Gawdat, ex Chief Business Officer en Google X, el vivero ultra-secreto de proyectos futuristas que equilibra visión de futuro, como en el caso de Project Loon o Makani, con un futuro rentable como Waymo o Chronicle. Ha montado veinte negocios a lo largo de su carrera profesional, ha estado al frente de la división de negocio de Google X y ha formado a emprendedores en la Universidad de Stanford, así que algo sabe por el perfil del empresario en el siglo XXI. El viernes pasado dejó la moonshot factory de Google para centrarse en su proyecto de vida, su propio moonshot: intentar que 1.000 millones de personas sean felices. Todo empezó con un libro, que ahora se publica en castellano, El algoritmo de la felicidad (Zenith Editorial), y con conferencias y talleres para transmitir un método propio para encontrar la felicidad en la vida.
Gawdat hizo un día un sencillo experimento (sin aspirar en ningún momento a que tuviera una base científica) entre los alumnos a los que enseñaba en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford. Les pidió que cogieran un bolígrafo y un papel y escribieran en cinco palabras o menos cómo querían que fuera su vida en los próximos cinco años. “De cientos de respuestas, menos de un 2% respondieron: quiero ser feliz”, recuerda.
“Si le preguntas a alguien esto en una escuela de negocios lo normal es que te digan: quiero convertirme en CEO, quiero ser un emprendedor de éxito… Había gente que incluso me decía que quería ser un emprendedor de éxito en el espacio. Y yo les preguntaba a continuación: ¿No queréis ser felices? Y todo el mundo levantaba la mano. A continuación les preguntaba: ¿Y por qué no es vuestra prioridad?”, matiza.
“Las mismas razones que hacen fracasar un negocio son las razones que nos hacen infelices. La ilusión de control está en el centro de por qué fracasan los emprendedores. Pero es que, al mismo tiempo, está en el centro de lo que nos hace infelices como personas en cualquier ámbito de nuestra vida. Si eres un emprendedor, por definición, estás levantando de la nada algo que no se ha construido antes. Y para predecir qué va a pasar con lo que no se ha hecho antes hasta el punto de que seas capaz de controlarlo es una ilusión. Absolutamente. Los mejores emprendedores arrancan con un plan, pero ese plan lo van cambiando semanalmente. Van analizando la realidad del mercado que les rodea y se van adaptando constantemente. Se ajustan y fluyen sin esperar que la vida se enmarque dentro de lo que ellos han previsto, que esté bajo su control, sino que son ellos los que van cambiando. Si eres un emprendedor que quieres controlar todo, por definición, vas a fracasar“, plantea Gawdat.
“No pasa nada por que la realidad no se adapte a tu modelo de control. Cuando eso pasa, los emprendedores de éxito se adaptan y lo intentan otra vez. Lo mismo ocurre en la vida real. En mi caso, perdí a mi hijo por un error médico. Eso es la vida fuera de control. ¿Qué hago? ¿Me quedo llorando toda la vida o acepto desde una posición de fortaleza que esta es la nueva realidad de mi vida y trato de lidiar con estar nueva realidad lo mejor que puedo y trato de hacer que mañana sea siempre un día mejor que hoy? La aceptación es una parte. Aceptar quiere decir asumir que nunca vamos a tener control”, continúa.
“La felicidad no tiene que ver con lo que la vida te da, sino sobre lo que crees que te da la vida. La gente que es infeliz es gente que busca lo que no funciona, que sólo busca los fallos, y se obsesiona con ellos. Y esto tiene su traslación al entorno laboral y a los negocios. La gente que es feliz se encuentra con algo que no funciona y se centra en resolverlo. Pasan a la parte de nuestro cerebro que resuelve los problemas. No se quedan lamentándose. Y es así como se convierten en personas de éxito”, dice.
“Aquellos que tienen la tendencia a ser felices suelen ser personas que resuelven los problemas de forma más fácil. O consideran que un problema es irrelevante y no le prestan atención, o tratan de resolverlo. No se quedan paralizados pensando en el problema sin hacer nada. El hábito de resolver los problemas es lo que nos hace tener éxito“, indica.
Mo Gawdat y su teoría del 10%
“Estamos obsesionados con nuestro pasado y con nuestro futuro, mientras que la vida va sobre el ahora. Cualquier cosa que impacta en tu vida lo hace en el ahora. Nunca puedes influir ni cambiar algo que pasó la semana pasada y nunca puedes predecir el futuro porque el futuro está construido a partir de tus acciones presentes y las de otros seres humanos. Lo único en lo que puedes tener un impacto es en el aquí y en el ahora: en tu vida y en los negocios. Cuando empiezas a tener esta actitud, te encuentras que los emprendedores se estresan en lo que siempre se ha venido a denominar como la parálisis del análisis. Se obsesionan con las millones de cosas que pueden ocurrir y se obsesionan con lo que pasó en el pasado. Cuántos emprendedores se obsesionan porque han perdido el tiempo con un cliente que no merecía la pena o desarrollando un proyecto que al final no ha funcionado o con un socio que al final no ha firmado. Nunca hago eso cuando hago negocios. Tengo un plan, está claro, pero éste mira al futuro y se fija en las lecciones del pasado, pero todas mis acciones se centran en el hoy. ¿Qué puedo hacer hoy para que mi negocio tenga éxito? ¿Qué puedo hacer esta semana? No me arrepiento de los errores. Los errores ocurren, están en la naturaleza de los negocios”, sigue.
“Te das cuenta de que muchas de las cosas que planificas e intentas controlar son relevantes. La mayoría de las cosas que importan son un realmente un 10% de las cosas en las que nos estamos centrando. Es algo que he aprendido en mi carrera. Cualquier persona que haya trabajado conmigo dirá que soy binario. Es un concepto muy curioso. O es un 1 o un 0. Raramente trabajo en algo a medias. Si no voy a poner todo mi esfuerzo en ello, no me meto. Me centro sólo en un 10%. Establezco prioridades: hago menos cosas, pero las hago mucho mejor que otros”, dice.
“En los inicios de Google hablábamos de las 10 cosas que considerábamos que eran verdades incontestables. Una de esas diez cosas era que es mejor hacer una sola cosa muy, muy bien. Muchos emprendedores tienen un problema con esto. Esto, sencillamente, les estresa. Quieren hacer tantas cosas al mismo tiempo que terminan fallando. Y en el camino no son felices”, apunta.
“Al final obtienes lo que resuelves. La gente que tiene éxito es gente que habitualmente hace cosas que ama, que disfrutan haciendo todos los días. Si eres un emprendedor que trabaja en algo que no ama, el estrés que eso genera, terminará acabando contigo. La mayoría de los emprendedores de éxito que conozco son gente que encuentran un tema que les apasiona de tal manera que están dispuestos a trabajar en él incluso si al final no termina funcionando. Y es por eso por lo que terminan teniendo éxito”, sigue.
“Y, por lo general, luego vuelven a hacerlo otra vez”, añade. Fíjate en todos estos emprendedores que vendieron sus negocios a Google y luego han montado negocios infinitamente más ambiciosos que las ideas de negocio que sacaron inicialmente al mercado.
“Soy del tipo de persona a la que le motivan los objetivos ambiciosos. Mi hijo [antes de fallecer a la edad de 21 años por un error médico durante una apendicectomia] solía decirme: Papá, tengo noticias para ti y no te van a gustar: No vas a cambiar el mundo. Sólo vas a ser capaz de cambiar tu pequeño mundo. Tenía una visión peculiar de la vida. Sólo puedes influir tu pequeño mundo. Y cuánto más éxito tengas para influir tu pequeño mundo, más se expandirá este mundo. Nosotros no somos responsables de la felicidad del mundo. Tienes que empezar influyendo en ti. Por mi experiencia te puedo asegurar que si el líder de un equipo es feliz y le da prioridad a esa felicidad, su equipo es feliz, y esto tiene un impacto en el departamento, y el departamento en la empresa y quizá luego la empresa pueda tener un impacto en el resto del mundo. Pero hasta que no seas capaz de influir tu pequeño mundo, nunca va a expandirse y nunca va a cambiar”, reconoce.
“Si ahora mismo preguntas en Google, te van a contar que mis equipos son la gente más feliz trabajando en Google. Y los más productivos. Y los que más éxito han tenido hasta ahora”, dice.
“Los objetivos, por definición, están planteados para no ser cumplidos. Si te fijas un objetivo que sabes que vas a cumplir por definición es un objetivo erróneo. Y si son ambiciosos, no alcanzarlos, fallar, debería enseñarte qué tienes que hacer mejor para que la próxima vez te vaya mejor”, apunta.
Gawdat culpa también de la infelicidad a una errónea definición de éxito. “Una de las ilusiones que provocan infelicidad es la ilusión del ego. Muchos de nosotros vivimos nuestra vida tratando de conseguir lo que creemos que es el éxito. Creemos que tener éxito es vender tu empresa. Esto es así si cuando eras joven te lo definieron así, pero ¿lo es realmente? Si piensas que la felicidad la da ganar mucho dinero, te vas a pasar toda tu vida buscando cómo conseguirlo”, asegura. “Animo a los emprendedores a que fijen los objetivos correctos, a que fijen objetivos que les hagan felices. También puedes medir el éxito como hacemos en Google en términos de usuarios, de impacto. Yo, por ejemplo, mido el éxito en mi vida no por el dinero que pueda llegar a ganar, sino por conseguir que 1.000 millones de personas sean felices. Es un objetivo ambicioso que se ha convertido en un trabajo a tiempo completo que me va a llevar el resto de mi vida”, explica, y, de paso, justifica su salida de Google X.
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Fuente: Emprendedores.es