LOS HIJOS: ¿CONTINUADORES O ACREEDORES DE LA EMPRESA FAMILIAR?

Tarde o temprano, llega el día en que el padre al frente de una compañía familiar se hace una pregunta ya clásica.

“¿Qué le debo a mis hijos?”

No todos están preparados para resolver el interrogante y cometen el error de querer transformar a su Empresa en la beca o subsidio para nuevas generaciones.

He aquí el testimonio de un empresario exitoso:

“Se trata de un cuestionamiento que los padres nos hacemos a medida que los hijos van creciendo”.

De esta manera, con un planteo espontáneo, el encumbrado emprendedor comenzó a contarnos su propia experiencia y las enseñanzas que de ella había extraído hasta – finalmente – alcanzar el éxito.

“Dada la falsa y generalizada creencia de que el o los herederos son los destinatarios de una opulencia fácil, es conveniente – en primer lugar – definir lo que el Empresario de Familia no le debe a sus hijos.

No le corresponde ceder cantidades específicas de stock o acciones, ni inventar dentro de la compañía trabajos determinados que a ellos les interesen (aunque no sean necesarios), así como tampoco debe asegurarles dividendos específicos ni  riquezas.

Por el contrario, el legado a sus hijos debe estar compuesto por la educación, la fuerza, la fe en sí mismo, el amor y un sentido muy fuerte de moralidad y honestidad”.

Pueden elegir darles regalos de riqueza, status y oportunidad pero sólo si ellos están listos para recibirlos y si son capaces de pagar “el precio de la oportunidad”.

Si los hijos desarrollan las virtudes anunciadas, habrán andado un largo camino con buena posibilidad de vencer las presiones y responsabilidades que el dinero y una Empresa de Familia pueden traerles.

El amor es probablemente la primera lección que el padre debería enseñarles porque:

¿Qué mejor herencia podemos dejar a nuestros hijos que el conocimiento de que son amados y la capacidad de ellos para amar a otros?

Es un error presumir que nuestros hijos saben que los amamos: el padre de familia tiene que aprender a mostrarles su amor de variadas formas: a través del cuidado, del compartir, de darles tiempo y atención.

Antes que el confort material ellos necesitan asumir las responsabilidades del amor, lo que da como resultado la compasión, la cooperación y la consideración.

La fortaleza emocional es otro de los regalos que comienza en las lecciones muy tempranas y el elemento básico es la disciplina.

Una lección difícil, tanto para padres como para hijos, es enseñar de muchas maneras y en muchas situaciones. Pero esto siempre debe estar basado sobre el amor.

Más adelante, a medida que los hijos van creciendo, se les deberá ir enseñando coraje y flexibilidad, dos ingredientes importantes en términos de su confianza personal.

Esto requiere que los padres también junten coraje para permitirles a sus hijos el probar distintas alternativas: caerse, cometer equivocaciones y sufrir derrotas. Luego será el momento de enseñarles a pararse nuevamente.

Quizás habrá lectores que puedan sentirse molestos con el contenido de este artículo pero reconozcamos que lo importante es conceder a la Empresa de Familia buenas probabilidades de subsistencia y no de invertir el tema buscando en ella la beca o subsidio para las nuevas generaciones.

La Empresa de Familia es una calidad de vida bajo riesgo que debe ser refundada permanentemente.

No debe ser confundida con el precio pagado para cubrir otros problemas profundos en la familia.

Si no, de posibles agentes para lograr la trascendencia empresaria, los hijos se transforman en meros acreedores.

La forma en que nuestro interlocutor nos narró la historia de su propia compañía  familiar no hizo más que confirmar lo que pensábamos: el camino del éxito debe forjarse con alicientes espirituales antes que materiales.

Hace un tiempo un sabio dijo: “Talento y herencia significan mucho y al mismo tiempo nada. Lo importante es lo que hacemos con ellos”.

 

 

2018-12-07T12:30:10-03:00