EL PROTOCOLO FAMILIAR COMO PROCESO

Te preocupa que en tu familia existan reglas claras de actuación, que se aclare de una vez cómo se adoptarán determinadas decisiones que estimas graves, que no existan silencios incómodos en torno a determinados temas, ni que la empresa esté “secuestrada” o constreñida a la mediocridad por falta de energías.

Seguro que también te preocupa que al menos se diseñe la futura estructura de la propiedad, para que no haya peleas entre hermanos o primos.

Si eres padre o madre, entenderás dada la experiencia de la vida, que el tiempo ayuda a aclarar muchas cosas y que, en muchas ocasiones, adelantarse a los acontecimientos es un paso atrás. No obstante, el efecto que los problemas de la empresa familiar causan en tus hijos, te harán olvidar a veces esta experiencia y por diferentes razones, querer que se resuelvan los problemas ya. Posiblemente, tu paz matrimonial y familiar esté alterada por ello pues se ve intensamente comprometida en el futuro de tus hijos. Es más que comprensible.

Si eres jóven, posiblemente te compararás con otros jóvenes de familias empresarias que ya tienen protocolo familiar –o dicen que lo tienen …- y parece haberles mejorado en diferentes aspectos, como trabajadores, como miembros de un consejo de administración o de familia, como propietarios o futuros propietarios. Quizá, deseas demostrar a tus hermanos o hermanas, o a tus primos o primas, o a tus padres o tios, que estás dispuesto a dar lo mejor de ti mismo en la empresa familiar.

Seguro que es así. Únicamente quieres que se clarifique el marco de trabajo para que se reconozcan tus aportaciones. Es muy probable que algunas discusiones desagradables para tus mayores, te hayan llevado a dedicar muchas energías a apoyarles y defenderles, frente a ataques o discusiones que entiendes injustos y que les hacen –os hacen a toda la familia- mucho daño.

Vosotras mujeres, estaréis en muchas ocasiones empleando vuestro “instinto maternal” para trabajar por vuestros padres, hermanos o primos, y queréis un poco más de profesionalidad y menos desgaste inútil. Vosotros varones, veis un futuro en el que estáis dispuestos a emplear todas vuestras energías, pero que actualmente está en vilo si no se reconocen determinados problemas, muy claros y fáciles de visualizar y comprender. Quien no los ve es porque no quiere verlos.

Estas y otras razones, intensificadas por las circunstancias de la vida ordinaria que las hacen muy personales –discusiones en el trabajo, silencios en las familias, discusiones entre familiares, acusaciones injustas, acusaciones justas pero inoportunas …- os llevarán tarde o temprano a plantearos acciones concretas para buscar y encontrar soluciones. Al menos un marco claro de actuación al que todos podamos atenernos en el futuro.

Si no estás dispuesto a hablar de lo que no te gusta, no puedes esperar que te escuchen o hablen de lo que tú estimas importante.

Muy bien, estás ante la ocasión de acometer el desarrollo de un buen diálogo que espero que acabe en un documento al que los expertos llamamos “Protocolo Familiar”. Así comienzan casi todos estos procesos, desde una crisis o alguna expectativa de crisis futura que quieres evitar. Pero probablemente, como te he dicho pasa en la mayoría de los casos, estés acuciado o presionado, o tenso, por los efectos que esos problemas te han estado causando personalmente. Y no deseas seguir pasándolo mal, ni pasarlo peor que también es posible.

Sentirás la tentación de “poner un plazo” para que se encuentren las soluciones, e incluso imperceptiblemente de “poner una agenda” de temas que se deben solucionar. No diré que te equivocas en los temas, pues eres experto en empresa y se trata de tu familia.

Pero sí debo pedirte que reflexiones con mucho cuidado sobre este extremo: “es más importante la forma y el modo en que nos acercamos a los problemas, que su aparente solución”. El éxito en la búsqueda y sobre todo en la aceptación real de las soluciones, dependerá más de ese “estilo” de trabajo que de otros factores. Al final, son siempre tus familiares, las personas que deben aceptar e implementar las soluciones que se proponen, y si no lo hacen libremente no habrás avanzado en la solución. No habrás perdido el tiempo, no habrás retrocedido, pero no habrás finalizado el trabajo bien hecho.

Respeta el proceso. Que los miembros de la familia opinen serena y libremente lleva su tiempo y necesita de un “clima”. La agenda de temas debe ser compartida. Hay otros temas que a ti no te preocupan tanto pero a ellos sí. Si no estás dispuesto a hablar de lo que no te gusta, no puedes esperar que te escuchen o hablen de lo que tú estimas importante. El proceso, significa escuchar. Escuchar, para ti, significa guardar silencio para que los demás hablen serenamente, sin miedo a tu reacción. Escuchar significa, “dejarse decir las cosas”, incluso las desagradables. Y tener la disposición a pensar sobre ello y replantearte tu anterior modo de pensar. Dar cierto crédito a lo que los demás nos puedan decir. Si estás dispuesto – ¡no te fíes de ti mismo¡- estaremos en un buen punto de partida. Vamos a avanzar.

2018-12-07T12:52:53-03:00