EL EFECTO YO-YO (O como no delegar de golpe)

Delegar en un administrador profesional el manejo de una empresa recién nacida es un error. Aprender a delegar es necesario, pero es un proceso lento y difícil.

Después de tanto leer y escuchar a los “expertos” en management uno tiende a creer que “delegarás” es algo así como el mandamiento Número 11.

El emprendedor quiere mejorar su forma de gestionar la empresa, y él, que nunca delegó o delegó muy poco, empieza a “delegar de golpe”.

Pero las cosas no siempre funcionan como los libros dicen, el delegador debutante prueba con desconfianza, pero pronto siente que todo se le empieza a escapar de las manos, y así se auto-convence que “su empresa es diferente”, “con esta gente no se puede”, “nadie podrá nunca hacer las cosas bien”, “se ve que el que escribió el libro no conoce a mis empleados” o más directamente “no hay nada que hacer, tendré que hacer que me clonen”.

En una PyMe en crecimiento esto es completamente normal.

Delegar cuando la empresa recién nace es un gravísimo error. Es mejor que los niños estén al cuidado de sus padres cuando nacen; y cuando la empresa nace es como un bebé que necesita a sus padres y, por eso, sólo los fundadores la pueden dirigir bien.

Se dice y se repite que el emprendedor no quiere delegar, pero –en esa etapa- no puede y sobre todo no debe confiar esa “criatura recién nacida” a un administrador profesional. La empresa recién nacida, como cualquier bebé, demanda mucho tiempo y nadie excepto él esta dispuesto a cuidarla con amor y con paciencia dedicándole muchísimas horas al día a cambio de casi nada. Delegar en ese momento sería tan absurdo como abandonar a un hijo recién nacido en manos de un “padre profesional”.

Poco a poco la empresa va creciendo y el fundador se va rodeando de gente que lo ayude. El emprendedor, aunque no siempre lo demuestre, suele tener un ego muy desarrollado (por eso emprende). Y busca gente de confianza que lo ayude, que le obedezca y que lo admire; por eso al principio sus ayudantes forjan con él una relación que tiene poco que ver con el buen o el mal desempeño, buscan caerle bien, y –a veces- rozan el peligroso límite de la obsecuencia. Es como si importara más gustarle al patrón que hacer bien el trabajo.

Los fundadores forman buenos ayudantes pero malos sucesores. Si la gente se entrena para seguir al líder y no para tomar decisiones por cuenta propia, cuando llegue el momento de delegar no habrá nadie en la empresa en quien se pueda delegar bien.

Aunque la empresa se desarrolle, lo más probable es que algunos empleados no se desarrollen con ella; entonces el tipo de trabajo que hay que hacer los supera y el puesto simplemente “les queda grande”.

La empresa ya creció. Y, aunque es cierto que el ojo del amo engorda el ganado, como el fundador tiene ahora más cabezas y menos vista que cuando empezó tiene que empezar a delegar pero tiene que hacerlo bien.

Si el emprendedor, impresionado por la última receta sobre delegación, los reúne a todos y les delega de golpe, lo mas probable es que las cosas no le salgan como él espera.

Entonces se auto-convence que en su empresa no se puede delegar y retoma el poder mucho más fuerte que antes. Así este efecto yo-yo donde el poder baja de golpe y sube de golpe (generalmente más de una vez) agota al delegador y confunde al delegado. Poco a poco ambos se van resintiendo mutuamente y se inmunizan contra el proceso de la sana delegación.

Para delegar debe empezar a hacer justamente lo contrario de lo que ha venido haciendo hasta ahora.  El no es bueno delegando y sus subordinados no son buenos tomando decisiones, ambos tienen que aprender. El fundador debe aprender a delegar sin perder el control y a acepar que, aunque sus empleados trabajen peor y demoren más, los necesita.

No delegar en esta etapa, como mínimo retrasará el crecimiento pero podría llegarse incluso al estrangulamiento cuando el fundador no pueda manejar la empresa o ya no tenga ganas de renegar más.

Aunque el fundador acepte delegar es difícil que le guste. El proceso es lento y difícil y las empresas que no saben como atravesarlo se achican y, tarde o temprano, se mueren.

2018-12-06T16:36:20-03:00