Son épocas difíciles para conseguir trabajo. Sea cual sea el nivel profesional de la persona que busca, no es asunto fácil, incluso en países que no cuentan todavía con la tasa de desempleo que tenemos en Argentina.
Poco a poco las predicciones de Rifkin, en su libro “El Fin del Trabajo”, se van cumpliendo. No es algo para desesperar, de alguna manera, al achicarse la cantidad de empleos, crecen proporcionalmente las posibilidades de trabajar en forma independiente, ya que trabajo seguirá habiendo, y mucho.
Esta tendencia ya obliga al postulante hoy, a prepararse de una manera diferente de lo que lo ha hecho hasta ahora. Tarde o temprano deberá convertirse en una “empresa” independiente que vende sus servicios al mejor postor. No es la tarea más fácil, pero se debe hacer el esfuerzo (o por lo menos ir pensándolo) y aprender.
A partir de esta tendencia puede creerse que aquél que posee hoy un empleo sea en Buenos o en San Juan de Costa Rica, debería cuidarlo a ultranza.
Pese a esto, en pocos meses hemos visto a dos empresas que se quedaron sin sus mejores empleados porque éstos renunciaron. Se trata de dos empresas pequeñas, pero que tienen, por sus actividades, una facturación importante, o por lo menos el potencial para ello.
Extrañados con la situación, nos reunimos para hablar del tema con los empresarios y también con sus empleados antes, de que abandonaran sus cargos, y por supuesto asombrados por la actitud de estos últimos, debido a la realidad expuesta en párrafos anteriores.
Gente que no se responsabiliza por su trabajo habrá siempre, sea cual sea la tendencia del mercado laboral, ya que es algo que de alguna manera hace a la cultura de cada uno, pero no es éste el caso que analizamos hoy, porque en ambas empresas la selección fue cuidada (algo no del todo común) y la gente trabajaba hacia tiempo en sus puestos.
Vimos entonces empleados desmotivados y cansados de que no se cumplieran las promesas, y de que se tratara de chicanear con las obligaciones más elementales que tiene un empleador cuando forma un equipo de trabajo.
Vimos en la práctica, en ambas ocasiones lo que tantas veces hemos leído, que el empleado no trabaja únicamente por su salario, y se harta de que sus jefes vean siempre el vaso medio vacío cuando ellos dejan cuerpo y alma en sus puestos de trabajo.
Conocemos casos de empresarios que siempre le preguntan a sus gerentes: -“¿Pero…qué ha hecho fulano todo el día?” No importa si su ejecutivo le generó a la organización cien mil dólares a partir de una idea que le surgió caminando por la playa, el tema es verlo 10 horas sentado en la computadora y sentir que está haciendo algo constantemente, durante 10 horas y sin interrupción.
Volviendo al caso de las empresas que se quedaron sin gente, vimos con pena a los empresarios sentados en sus oficinas vacías en una actitud de “yo no fui”, convencidos de que la culpa la tenían los demás, e incluso, en uno de los casos, sentado completamente solo en el escritorio de su oficina, el empresario atinó a darnos algunas clases de management. En su oficina vacía, nos explicaba de qué manera buscaba (al igual que el ideograma chino que todo el mundo carga en sus presentaciones) la oportunidad de la crisis. –“Me han hecho un favor” dijo.
En los dos casos que hacen a éste análisis los equipos se habían formado a conciencia, se habían capacitado y gracias a su trabajo se habían logrado alcanzar los objetivos. Los que se fueron no eran cualquier cosa, eran, de alguna forma, la mismísima empresa… si tomamos en cuenta de que toda empresa es la gente que la conforma.
No pudimos constatar, en ningún momento, que los empresarios en cuestión se preocuparan por el costo de volver a empezar, de girar en el vacío hasta hacer una nueva selección, que mensuraran la pérdida en dinero y tiempo de una nueva selección, del costo de la capacitación, etc. Sentimos que eran ignorantes de todo esto, a pesar de tener ambos muchos años de experiencia cada uno en su sector de negocios.
En ningún momento entendimos que hicieran un balance personal, un balance de su gestión hacia adentro, y que reflexionaran si en algo ellos, habían tenido la culpa de haberse quedado sin su gente. Realmente nos ha sorprendido mucho ver dos casos tan parecidos, con poco tiempo entre uno y otro, y también nos ha sorprendido la similitud en las actitudes de estos empresarios que ahora deberán volver a empezar, en materia de personal, con todo lo que ello significa.
Nos queda claro que el que no aprende de sus errores está condenado sistemáticamente a repetirlos, y nos da pena que los nuevos equipos que estos empresarios vayan a formar, corran la misma suerte (que sería lo más barato para el empresario), ya que si sus nuevos empleados deciden “anidarse” en sus puestos, la desmotivación hará que no se alcancen los objetivos, la empresa perderá rentabilidad e incluso el empresario llegará a cuestionarse si lo que está llevando adelante es negocio. Situación ésta que hemos visto en varias ocasiones. Empresarios diciendo: -“Mi negocio ya no es rentable…”.
Es una realidad que hacer negocios se va tornando cada vez más difícil, cada vez son más las variables que tenemos que manejar para llegar a “buen puerto”. Lo positivo es que muchas de estas variables las podemos definir, el control está en nuestras manos y cuanto mejor las manejemos mejor estaremos preparados para enfrentar a las variables que están fuera de nuestro control directo.
Producir, vender, negociar, cobrar, desarrollar nuevos productos y servicios que sustituirán a los anteriores, satisfacer y retener al cliente tentado hoy por infinidad de opciones que antes no existían, y a partir de todo esto ganar dinero, se ha vuelto un juego realmente complejo.
Es increíble, entonces, que todavía haya empresas que no cuiden a su gente y que sí piensen que están cuidando al cliente; cuesta creer que los directores, y en especial sus fundadores, no acepten los errores cometidos cuando los tienen frente a sus narices.
Si pensamos con detenimiento cuáles son los aspectos, de nuestro trabajo en las organizaciones, que deberíamos cuidar a partir de estas experiencias, nos encontraremos seguramente con estas ideas:
- Poner especial cuidado en la selección de personal.
- Cumplir con las obligaciones relacionadas al personal y motivarlos constantemente.
- Si la dirección sabe que no va a poder cumplir con algo determinado, hacérselo saber a su gente con claridad y con tiempo.
- No motivar únicamente a partir de bonus, premios o dinero, sino compartiendo, participando con la gente de reuniones, escuchando sus puntos de vista y aprovechándolos.
- Compartir con la gente la visión y misión de la empresa.
- Presentar con claridad los puestos, tareas y responsabilidades de cada uno en la empresa.
- Entregar a cada uno las herramientas necesarias para poder desempeñar sus tareas con posibilidades.
- Definir objetivos claros y humanamente alcanzables.
- Desarrollar especialmente en el área comercial esquemas comisionables fáciles de entender y que realmente estén pensados en ganar/ganar.
- Participar a los empleados del crecimiento de la organización, desde la posibilidad de un plan de carrera hasta un mejoramiento de las condiciones económicas.
Es posible que aún con todas estas medidas y actitudes no todo sea color de rosa, pero por lo menos no cometeremos el error que ya estaba señalado desde los tiempos bíblicos: ‘Toda casa dividida no podrá prevalecer…’
Daniel Cestau Liz
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