EL PAPEL DE LA MUJER DEL EMPRESARIO

Parafraseando a Confucio puede afirmarse que los empresarios son importantes, pero son sus mujeres las que realmente promueven una empresa de familia.

A esta conclusión arribó el doctor Carlos Kaplun, presidente del Centro de Empresas de Familia, tras varios años de experiencias, estudios e investigaciones sobre  el funcionamiento de este tipo de organizaciones que representan el 75% de las unidades de producción industrial y más del 90% de la comercialización de nuestro país.

Estas fuentes generan el 68% de los puestos de trabajo existentes y el 30% del PBI, y constituyen el objetivo de la vida de más de un millón de argentinos, que ofrecen todo su tiempo y aplican su talento.

La empresa familiar es el legado que el empresario quiere dejar a futuras generaciones, como resultado de sus esfuerzos y forma de mejorar su proyecto de vida. Para esto trabaja mucho y permite la evolución y crecimiento de su negocio.

Su pretensión de trascender a través de la incorporación de sus hijos o familiares está orientada, acompañada y determinada por su mujer.

 

Proyecto compartido

 

“El sano crecimiento de una empresa de familia está asegurado si la mujer comparte el proyecto con su cónyuge”, afirmó Kaplun.

El papel de la mujer de un empresario es fundamental. En la etapa fundacional de la empresa consiste en ofrecer un respaldo ante el temor de iniciar un emprendimiento. Empuja a la actividad y se adapta a las nuevas condiciones si es preciso. En el 80% de los casos también trabaja a la par de su marido.

Durante la segunda etapa, que se extiende de entre 15 a 20 años aproximadamente, se dedica a la crianza y educación de los hijos al tiempo que sigue acompañando y apoyando a su esposo. Su papel entra nueva y directamente en la escena empresarial cuando llega el momento de la incorporación de los hijos a esa actividad.

Si la primera etapa se caracterizó por la participación y el trabajo, la segunda se define por la motivación y el entrenamiento de las nuevas generaciones.

“No es cierto que gran cantidad de mujeres no intervengan o las mantengan al margen de las decisiones y situaciones que suceden en la empresa de familia”, dijo Kaplun. “Ningún empresario – agregó – deja de consultar implícita o explícitamente a su mujer, de quien recibe una influencia directa o indirecta”.

En una tercera etapa, la mujer es quien madura y produce el traspaso generacional. “Desde los inicios hasta la incorporación es quien guarda la semilla que finalmente dará frutos”, explicó.

“En este momento es preciso diferenciar a varias mamás – explicó el profesional. Normalmente, es aceptada la incorporación de la mamá de la primera generación pero a veces existe cierta resistencia a la mamá de la segunda generación, debido a que se trata – por ejemplo – de una nuera”.

La tarea principal que desarrolla una mujer de empresario está centrada en la segunda etapa y por ésta trascenderá la empresa familiar. Se trata de la formación de los líderes de la próxima generación que se hará cargo naturalmente de la empresa.

“Esta es una operación normal en el 30% de los casos, pero en un 70% las empresas de familia desaparecen por el disenso interno.

Este disenso se da entre el empresario y su mujer, y puede ocurrir durante el transcurso de cualquiera de las tres etapas. De no existir apoyo de la mujer en la etapa fundacional la empresa familiar muere.

Si el disenso ocurre en el segundo período, éste se verifica en el uso del tiempo y del dinero e imposibilita la necesaria comunicación entre el empresario y su cónyuge.

En el tercero, el disenso se comprueba en la reinversión y distribución del dinero.

Desde un principio el empresario, con el imprescindible apoyo de su esposa, reinvierte todo su capital menos el dinero destinado a la subsistencia, el cual se modifica con el visto bueno de la mujer.

En una empresa de familia donde mayoritariamente no se reinvierta se funde, debido a que esa es la única fuente de capital.

Sino existen como alternativas pedir préstamos o incorporar uno o más socios, con sus desventajas.

“Papá obliga a mamá – en términos de marketing – a vivir con un bajo perfil”, señaló Kaplun, contador público nacional especialista en manejo y estrategia de empresas.

En el momento del traspaso de mando de una empresa familiar la madre cumple el rol de mediadora de los conflictos que pudieran sucederse y orientadora de las decisiones que se deben tomar. De todos modos le cabe el mote de “el poder detrás del trono”.

También, cumple otros papeles ya que puede ocurrir que esa mujer se convierta en viuda de un empresario de familia, “estadísticamente se da en el 80% de los casos”, aclaró. En esas condiciones la mujer se hace cargo de la empresa, aunque no siempre en forma directa u ocupando algún cargo directivo.

Para destacar el preponderante papel de la mujer en las empresas familiares, Kaplun señaló que “No se registran casos – ni uno en 5000 analizados – en los que las mujeres no hayan anticipado el decaimiento y posterior desaparición de una empresa familiar. Por lo general, entre 18 y 24 meses antes la mujer indica alguna falla a modo de alerta”.

Agregó que “desde afuera pero no lejos de la empresa la mujer observa con perspectiva e indica no tanto la causa sino el efecto que en la mayoría de los casos es certero”.

2018-12-07T13:46:25-03:00